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La impresionante evolución de las impresoras 3D en los últimos años ha permitido que surjan proyectos solidarios, aplicados a la medicina y a la fabricación de prótesis, en los que se puede participar desde el ámbito educativo. Así lo ha expresado en el marco de la Euskal Encounter 23 Carlos Lizarbe de Luis, jefe del departamento de electrónica del IEFPS Don Bosco y responsable de impresión 3D en Ikaslab.
A partir del proyecto “Robohand”, surgido en 2011 en Sudáfrica con el objetivo de crear manos robóticas impresas en tres dimensiones, han ido proliferando programas de cooperación mundial destinados a la misma causa: la fabricación de manos para personas que han sufrido amputaciones por minas antipersona o conflictos armados (“Project Daniel” en Sudán), por accidentes laborales o malformaciones congénitas. Se trata de extremidades que no precisan de equipamiento eléctrico ni electrónico para que los destinatarios sean capaces de repararlas por sí mismos. Hay que tener en cuenta que la mayoría de ellas van a parar a países africanos o latinoamericanos con pocos recursos, por lo que cuanto más simples son, más prácticas resultan.
Lo que hace que este tipo de cooperación sea especialmente exitosa es la capacidad de enviar el diseño de las piezas por correo electrónico, de manera que las prótesis puedan imprimirse de forma inmediata y muy barata, dado el bajo coste del plástico con el que se fabrican. Actualmente, el proyecto e-Nable, en el que se inscribe el propio Lizarbe junto con algunos de sus alumnos, se dedica precisamente a poner en contacto a gente que necesita manos artificiales, con diseñadores de prótesis y personas que disponen de impresoras 3D. En la mayoría de ocasiones, la comunidad de voluntarios que participan en e-Nable y las personas que solicitan su ayuda se encuentran separados por miles de kilómetros de distancia.
El Proyecto Gutenberg 3D, puesto en marcha por el instituto Don Bosco junto con otros tres centros estatales, se enmarca dentro de e-Nable y, además de colaborar en su labor solidaria, pretende “mejorar el aprendizaje de los alumnos” a la vez que se genera una “ilusión por ayudar”. El laboratorio Ikaslab de impresión 3D dirigido por Lizarbe ya ha conseguido fabricar varias prótesis que han cambiado por completo la vida de sus destinatarios al permitirles realizar labores básicas de las que antes eran incapaces tales como agarrar objetos o alimentarse. De un prototipo muy sencillo que funcionaba a base de un sistema de tensores y de un montaje de hilos que permitía cerrar los dedos al girar la muñeca, se ha pasado a implementar modelos más complejos como el de la “flexi-hand”, más elástica y realista, y con un recubrimiento más elaborado. En el último evento organizado por el laboratorio de investigación, se logró crear diez manos protésicas de este tipo en cuatro horas.
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